De niño veías entusiasmado cada estreno de la saga de Indiana Jones, leías los libros de Julio Verne y soñabas con expediciones imposibles, en medio de la naturaleza, lugares remotos,y tesoros escondidos. Creciste y en algún momento, sin darte cuenta, acabaste con una bicicleta, dando pedales, devorando kilómetros y queriendo ser más el rápido de tus amigos, o incluso intentarlo en las carreras. Con el paso de los años ese niño soñador quedó arrinconado en lo más profundo de ti, dando paso a la competitividad, la autoexigencia, la ambición, la socialización... que no son ni buenos ni malos, sino la tendencia general cuando nos hacemos adultos. De hecho, para quienes el aman el ciclismo, hay unos valores comunes, que exige esta actividad o deporte, como son el esfuerzo, la constancia o la capacidad de sufrimiento. Mientras que es indudable que para algunos la cosa se va de las manos y predominan la vanidad, el exhibicionismo, la presión, la trampa o la obsesión: parafernalias que realme...
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