Apenas unos meses después de la edición anterior, la del 2025 sí se celebró puntualmente en una excelente jornada sin incidentes, con un nuevo éxito de organización de la prueba más mítica alrededor del Lago de Como.
Valoración de la Randolario 2025
Condiciones muy similares a la edición 2024, lo que significa un verdadero éxito, ya que esta prueba siempre es del máximo agrado para los participantes.
La edición del año anterior se había celebrado solo apenas seis meses, ya que hubo de aplazarse desde su fecha original, a causa de las malas condiciones meteorológicas.
Todo lo contrario que este año, en el que la capital de provincia Lecco acogía a todos los participantes con una espléndida jornada de temperaturas suaves y sin lluvia.
Desayuno clásico, avituallamiento completo, el segundo avituallamiento mítico con la cata de quesos, un pasta party a la llegada, y todos los servicios necesarios, como aparcamiento de bicicletas, mesas y asientos, etc. que un año más estuvieron presentes para hacer de esta randonneur una gran experiencia para los participantes.
No obstante, si por algo se caracteriza esta prueba es por la sonrisa y amabilidad de todos y cada uno de los componentes de la organización y los voluntarios, algo que sí absolutamente inigualable a lo largo del calendario.
Recorrido clásico, con 3 posibilidades de distancia, la reina, de casi 200 kilómetros, recorriendo todo el perímetro del lago de Como, además de acometer dos importantes ascensiones, acumulando casi 2.500 metros de desnivel.
Un trazado mostrando los bellos parajes del Lario, desde las capitales Lecco y Como, hasta distintas panorámicas de este lago único en el mundo, o las imponentes montañas que lo rodean, con los corredores adentrándose en ellas.
Edición más lenta, pero intensa y divertida como siempre
La participación fue numerosa, aunque podría serlo más, y aunque se daba la salida a la francesa, escalonadamente entre las 8 y las 9 de la mañana, una parte importante de los participantes lo hacía en el primer momento, disfrutando de la ceremonia protocolaria que, entre otras cosas, entregaba el premio al vencndor antes del inicio, por sorteo, otra de las peculiaridades de la prueba.
Como es habitual, se formaba pronto un primer grupo con aquellos más preparados y que querían apostar por ir rápido.
De esta manera, un grupo de unas 15 o 20 unidades, según el momento, avanzaba veloz por toda la parte interna del lago y hasta el pie de la primera subida.
Allí, el español Jesús Robles ponía un ritmo fuerte, y solo otro veterano ciclista llegaba después hasta él, para, eso sí, darle un fuerte y largo relevo. Juntos coronaban y eran los primeros en llegar al primer avituallamiento, en lo que era el segundo punto de control.
Poco a poco iban llegando los demás, en un interminable goteo, con la mayoría disfrutando de unos productos dulces y frutas de alta calidad, todo un festival de bizcochos, galletas, "crostattas", tabletas de chocolate y demás.
Los ciclistas se iban reincorporando al recorrido con anarquía, y en la parte delantera se acababan formando dos pequeños grupos, que ya en la parte norte del lago acababan fusionándose, siempre marchando a toda velocidad.
Ahora, con un grupo más numeroso, y a marchando a unos relevos algo desordenados, los ciclistas irían girando hacia el este y el sur, emprendiendo así la segunda parte del recorrido.
Los más rodadores disfrutaban del terreno, marcando altas velocidades y haciendo sufrir por momentos a algunos de los compañeros, aunque por lo general se mantenía la unidad en este primer grupo.
Con ya 150 kilómetros en las piernas, los participantes debían afrontar la segunda subida, la más dura y larga, el alto de Vendrogno, con casi 8 kilómetros y un desnivel medio nada despreciable cercano al 8%.
Aquí, de nuevo el español Robles volvía a imponer un ritmo fuerte desde abajo, y ya con las fuerzas más justas, prácticamente subían todos de uno en uno o en grupos muy pequeños.
Tras coronar, una trepidante bajada, y un tramo de pequeñas subidas y bajadas no favorecerían ningún reagrupamiento hasta llegar al segundo de los avituallamientos, prácticamente la meta para muchos.
El motivo, la increíble cata de quesos que cada año prepara la organización, en forma de pequeñas tapas o tostas de pan. En torno a 7 u 8 variedades, todas ellas de alta calidad, con variedades típicas de esta zona: la Valsassina.
Tras esta verdadera experiencia gastronómica, los ciclistas aún tendrían que afrontar un tramo siempre difícil, con algunos repechos, pero donde el protagonista cada año es el viento de cara, que dificulta mucho la andadura, teniendo en cuenta que además los ciclistas ya suelen marchar por aquí en solitario o pequeños grupos.
Una vez superado este tramo, los participantes solo tendrían que dejarse caer desde la localidad de Ballabio hasta la la capital Lecco, para atravesar esta última y alcanza la soñada línea de meta.
El español Jesús Robles, enamorado de la Randolario: tercera participación consecutiva
Gran jornada para el escalador alicantino, que totalmente enamorado de esta prueba, el formato, recorrido, ambiente, el avituallamiento mítico de quesos... no quiso faltar a la cita.
Además, como cada año, dio todo lo que tenía, marchando siempre en los primeros grupos, colaborando en los relevos, y haciendo las subidas con todas sus energías, logrando el objetivo del día: llegar el primero al avituallamiento de los quesos y tener todos estos manjares para estrenar.
Aunque la edición fue algo más lenta, seguramente por la parte inicial, y también siempre condicionado por la fuerza y dirección del viento, Jesús reconocía que el desgaste y la dureza habían sido máximos, pero se mostraba muy contento con el transcurso del día.
Enlaces de interés
Página web del organizador, Randolario
Imágenes de la prueba, cortesía de la organización
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